La ciudad de Jerusalen pronto seria mojada por la lluvia de las nubes que se aproximaban. Jesus y sus disipulos caminaban por la tierra en busca de personas a quien enseñar parabolas, todos iban en silencio hasta que Pedro hablo.
-Maestro, ¿no deberiamos volver a nuestros hogares?
-No, Pedro. Primero pasemos a la casa del señor y oremos a el. Os digo que la lluvia no moja nuestras almas y…
No pudo continuar, pues alzo la vista hacia la feria de baratijas que estaba frente a ellos. El mercader que manejaba las frutas y verduras ahora agarraba a una persona por el craneo, y le devoraba el cerebro. Y ya habia acabado con sus brazos y el torax. Jesus y sus dicipulos retrocedieron. Solo para mojarse con la lluvia y observar el cementerio moverse, y los hombres crucificados moverse hasta caer, levantarse, y atacar y devorar a todos aquellos cerca de el.
Rapidamente los trece apostoles se refugiaron en la iglesia para pedir ayuda al sacerdote, y entraron por las grandes puertas de adobe.
La mesa principal estaba ocupada por un libro gigantesco, y el sacerdote devoraba a una mujer a su lado. Ninguno de los dicipulos hablo, solamente Jesus.
-Oh, Dios…
CONTINUARA! (TO BE CONTINUED)…
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